El juego es una de las formas más antiguas y universales de la experiencia humana. Antes de construir ciudades, diseñar herramientas o escribir historias, aprendimos a jugar. El juego se presenta como un acto libre, carente de una finalidad utilitaria inmediata, pero capaz de dar forma a mundos enteros. En él, las reglas y la imaginación conviven en un espacio suspendido, donde lo real y lo ficticio se entrelazan.

En este ciclo, proponemos pensar el juego desde dos lugares que se cruzan y se transforman mutuamente. Por un lado, el juego como acto: un ejercicio que no persigue un resultado concreto, sino que existe por el simple hecho de realizarse. Es un momento de exploración y curiosidad donde la acción lúdica no responde a más propósito que su propio devenir.

Por otro lado, el juego como herramienta: cuando aquello que nació como un gesto libre se convierte en motor de un proceso proyectual. Aquí, el juego se inserta en la práctica del diseño, transformándose en estrategia, método o catalizador creativo; no pierde su esencia, pero encuentra una dirección.

Invitamos a los estudiantes a explorar esta frontera difusa: ¿cómo lo lúdico influye en nuestra forma de imaginar y proyectar? ¿De qué manera el juego, ya sea libre o intencionado, puede abrir grietas en lo establecido y permitir
que aparezcan otras posibilidades? ¿Qué sucede cuando el proceso de diseño se convierte en una partida abierta, donde las reglas están para ser inventadas y reinventadas?

Estas preguntas surgen como invitación a mirar el diseño como un territorio donde el juego no es un escape, sino una vía para pensar, construir y transformar.

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